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12 mayo 2012 6 12 /05 /mayo /2012 19:56

John Stuart Mill (nacido en Londres el día 20 de mayo de 1806 — muerto en Aviñón, Francia, el día 8 de mayo de 1873) fue un filósofo, político representante de la escuela económica clásica de la época y teórico del utilitarismo y positivismo, planteamiento ético que le propuso su padrino Jeremy Bentham, uno de los referents principales del filósofo Mill.

 

Biografía

 

John Stuart Mill nació en Londres (Inglaterra). Fue el mayor de los hijos del filósofo, historiador y economista James Mill. A la edad de tres años le enseñaron el alfabeto griego y largas listas de palabras griegas con sus correspondientes traducciones al inglés.

 

Alrededor de los ocho años ya había leído las fábulas de Esopo, la Anábasis de Jenofonte y las Historias de Heródoto en su idioma original; al mismo tiempo ya conocía a Luciano, Diógenes, Isócrates y seis diálogos de Platón. Para entonces ya había leído mucha historia en inglés.

A la edad de ocho años empezó a estudiar latín y álgebra.

 

Fue designado como profesor de los niños más pequeños de su familia. Su principal lectura continuaba siendo la historia, pero estudió también a todos los autores latinos y griegos comúnmente leídos en las escuelas y universidades de aquel entonces.

 

No le enseñaron a escribir en latín ni en griego y nunca fue exactamente un erudito: todo estaba orientado hacia el fin por el cual le hacían leer. A la edad de diez años ya leía a Platón y Demóstenes con facilidad. La Historia de la India de su padre fue publicada en 1818; inmediatamente después, a los doce años, John comenzó el cuidadoso estudio de la lógica escolástica al tiempo que leía los tratados lógicos de Aristóteles en su lengua original. Al año siguiente lo introdujeron en la economía política y el estudio de Adam Smith y David Ricardo, este último amigo cercano de familia Mill.

 

Pero a los 20 años, en 1826, sufrió una “crisis mental”, descrita detalladamente en su Autobiografía (1873). Se rebeló contra su estricta educación, contra el utilitarismo (aunque sin romper con él), y se abrió a nuevas corrientes intelectuales como el positivismo de Comte, al pensamiento romántico y al socialismo.

 

Mill trabajó para la Compañía Británica de las Indias Orientales y fue al mismo tiempo miembro del Parlamento por el partido Liberal. Mill abogó por aligerar las cargas sobre Irlanda y básicamente trabajó por lo que él consideró oportuno. En Consideraciones sobre el gobierno representativo, Mill propuso varias reformas del Parlamento y del sistema electoral, especialmente trató las cuestiones de la representación proporcional y la extensión del sufragio.

 

En 1840 inició una fecunda amistad con el psicólogo y filósofo escocés Alexander Bain.

 

En 1851 Mill se casó con Harriet Taylor (Harriet Taylor Mill) tras 21 años de amistad. Taylor tuvo una importante influencia sobre su trabajo e ideas, tanto durante su amistad como durante su matrimonio. La relación con Harriet Taylor inspiró la defensa de los derechos de las mujeres por parte de Mill.

Aunque no fue profesor universitario, Mill cultivó casi todas las ramas de la filosofía, desde la lógica hasta la teoría política pasando por la ética. En lógica, psicología y teoría del conocimiento, Mill era empirista y positivista. 

 

Consideraba que el conocimiento humano tenía su origen y su límite en la experiencia observable. Todo conocimiento parte de las impresiones sensibles de los sujetos y los conceptos más abstractos se forman a partir de las “asociaciones” de impresiones realizadas por la mente, este es el llamado asociacionismo psíquico. Según Mill, la inducción es el principio lógico que permite derivar conocimientos universales a partir de la observación de fenómenos particulares. Después de haber observado muchos cisnes blancos particulares podría inducirse el enunciado universal “Todos los cisnes son blancos”. Ahora bien, una gran cantidad no equivale a la totalidad, “muchos” —por más que sean— no puede equipararse a “todos”. De manera que el conocimiento científico es meramente probable, no necesario, como ya indicó en su momento David Hume, a quien Mill sigue en este punto.

 

Pensamiento

 

Artículo principal: Sobre la libertad.

 

La obra Sobre la libertad de Mill se dirige a la naturaleza y límites del poder que puede ser ejercido legítimamente por la sociedad sobre el individuo. Uno de los argumentos que mantenía Mill es el principio del daño o principio del perjuicio (harm principle). Éste mantiene «que cada individuo tiene el derecho a actuar de acuerdo a su propia voluntad en tanto que tales acciones no perjudiquen o dañen a otros». Si la realización de la acción solo abarca la propia persona, esto es, si solo afecta directamente al individuo ejecutor; la sociedad no tiene derecho alguno a intervenir, incluso si cree que el ejecutor se está perjudicando a sí mismo. Sostiene, sin embargo, que los individuos están exentos del derecho a llevar a cabo acciones que puedan causar daños perdurables y graves sobre su persona o propiedades según postula el harm principle. 

 

En tanto que nadie existe en absoluto ostracismo, el daño que recibe uno mismo también perjudica a otros y el destruir propiedades afecta a la comunidad tanto como a uno mismo.1 Mill excluye a aquellos que son "incapaces de autogobierno" de tal principio, tales como niños en edad temprana o aquellos que viven en "estados socialmente atrasados" (backward states of society).

 

Para dichos estados atrasados Mill mantiene que el despotismo puede considerarse una forma de gobierno aceptable, siempre que el déspota tenga en mente los intereses del pueblo, a causa de los obstáculos y dificultades del progreso espontáneo.

 

Aunque este principio parezca claro, hay un número de complicaciones. Por ejemplo, Mill defiende explícitamente que lo que entendamos por "daño" puede englobar actos de omisión así como actos de comisión. Por ende, fracasar a la hora de salvar un niño en apuros contaría como un acto perjudicial, tanto como no pagar impuestos o ausentarse en una vista judicial a la que se ha sido exhortado como testigo. 

 

Todas estas omisiones negativas pueden ser recogidas por una regulación, según Mill. Por contra, no cuenta como un eco perjudicial el dañar a alguien si —sin fuerza o fraude— el individuo afectado consiente asumir el riesgo. Por esta razón, uno podría ofrecer empleos sin seguridad laboral a otros, dado que no involucra decepción (Sin embargo, Mill reconoce un límite concreto a este consentimiento: la sociedad no debe permitir que los individuos se vendan a sí mismos en la esclavitud). En estos casos es importante tener en mente que los argumentos que usa en Sobre la libertad están basados en el principio de utilidad y nunca apelan a derechos naturales.

 

La cuestión de cuáles son las acciones que consideramos como atañentes exclusivamente al individuo ejecutor y cuáles, ora por comisión, constituyen daños sujetos a regulación, sigue viva en las interpretaciones del autor. Es importante enfatizar que Mill no consideraba que la ofensa fuera constitutiva de "daño"; ninguna acción podría ser restringida simplemente por haber violado las convenciones morales de una sociedad determinada. La idea de una "ofensa" que perjudica y, por tanto, objeto de restricción fue posteriormente desarrollada por Joel Feinberg en su "principio de ofensa" (offense principle), que es esencialmente una extensión del harm principle de Mill.

 

En Sobre la libertad se lleva a cabo una apasionada defensa de la libertad de expresión. Mill defiende el discurso libre como una condición necesaria para el progreso social e intelectual. No podemos determinar con claridad, dice, que una opinión silenciada no contenga algún elemento de verdad. Además sostiene que el permitir divulgar opiniones falsas puede ser productivo por dos razones. En primer lugar, los individuos tenderán a abandonar creencias erróneas si están involucrados en un fecundo intercambio de ideas. Y en segundo lugar, forzando a otros individuos a reexaminar y reafirmar sus creencias en el proceso de debate, estas creencias se abstienen de desvirtuarse volviéndose meros dogmas. No es suficiente para Mill la defensa de una creencia que casualmente sea cierta, el creyente debe comprender por qué la idea que sostiene es la verdadera.

 

La visión de Mill en cuanto a la libertad social y la tiranía de la mayoría Mill creía que "la lucha entre Libertad y Autoridad es el rasgo más destacable de las etapas de la historia". Para él, la libertad en la antigüedad era "un concurso... entre sujetos, o ciertas clases de sujetos, y el gobierno". Mill definió "libertad social" como protección de "la tiranía del gobernante político". Presenta en su obra varias tiranías, entre las cuales están la tiranía social y también la tiranía de la mayoría.

 

La libertad social según Mill consistía en poner límites al poder del gobernante, de tal forma que no fuese capaz de utilizar su poder en beneficio de sus propios intereses y tomar decisiones que pudieran conllevar perjuicio o daño para la sociedad; en otras palabras, la población debe ostentar el poder de tomar parte en las decisiones del gobierno. 

 

Mantuvo que la libertad social es "la naturaleza y límite del poder que puede ser legítimamente ejercitado por la sociedad sobre el individuo". Ésta se intenta lograr de dos maneras: la primera es la que recurre a la vía del reconocimiento de unas determinadas inmunidades, llamadas libertades políticas o derechos; la segunda recurre al establecimiento de un sistema de "comprobaciones constitucionales". Sin embargo, limitar el poder del gobierno no resulta suficiente:

 

 

John Stuart Mill y Helen Taylor. Helen era hija de Harriet Taylor y colaboró con Mill durante quince años tras la muerte de su madre en 1858.

«La sociedad puede ejecutar, y ejecuta, sus propios decretos; y si dicta malos decretos, en vez de buenos, o si los dicta a propósito de cosas en las que no debería mezclarse, ejerce una tiranía social más formidable que muchas de las opresiones políticas, ya que si bien, de ordinario no tiene a su servicio penas tan graves, deja menos medios de escapar a ella, pues penetra mucho más en los detalles de la vida y llega a encadenar el alma.»

John Stuart Mill, Sobre la libertad

 

 

En conclusión se puede decir que el filósofo inglés John Stuart Mill nos introduce la crítica de la conducta de la sociedad ante las personas perdidas, que no saben comportarse debidamente.

Se pregunta el filósofo porque no intenta la ley reprimir los abusos provocados por personas degeneradas, contraponiéndose con los vicios y las penalidades sociales.

 

Se trata, en definitiva, de impedir que la sociedad se obstruya y empeore a causa de unos pocos que no saben vivir respetandose. Hay muchas cosas superfluas que debemos se deben evitar en nuestras vidas. Mill pide, por tanto, que haya castigo justo por aquel hombre maleducado y malhechor que impide el avance y la mejora de la sociedad en la que vivimos.

 

Su pensamiento se basa, pues, en la integridad de los deseos humanos.

 

 

(fuente: Wikipedia, http://es.wikipedia.org/wiki/John_Stuart_Mill)

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