Aun hay gente que cree en las historias de terror. Suerte. Es realmente una suerte. Porque un libro como el de Jonas Winter no se encuentra fácilmente en nuestros días.

SINOPSIS

Alice Blaak llega al sur de España de forma accidental, pero pronto se encontrará indagando sobre un expediente X que lleva cuarenta años levantando especulaciones. Desde la aparición de las primeras "caras" en una vivienda de Bélmez de la Moraleda, nadie sabe a quién pertenecen las imágenes que aparecen una y otra vez en el suelo de cemento. ¿Son muertos? ¿Cuál es el sentido de su presencia allí?

La llegada a Bélmez de esta joven inglesa, sin embargo, irá acompañada de otro suceso que convulsiona la vida del pueblo. La guardia civil rastrea la comarca en busca de un asesino en serie que elige víctimas de singular belleza. En medio de una atmósfera en la que se respira tensión y desconfianza, Alice conocerá a otro forastero que investiga las caras. Llegado del norte de Suecia, Henrik es un ex sacerdote excomulgado a causa de sus actividades esotéricas.

Pronto demostrará que esa fama no es infundada, ya que sostiene que cada cara aparecida en Bélmez desde los años sesenta del siglo XX es un mensaje para los vivos. Los muertos advierten de hechos que están sucediendo y permanecen ocultos, así como de otros crímenes a punto de producirse. Según el pastor caído en desgracia, las nuevas caras de Bélmez señalan al asesino, que ya ha elegido a su siguiente víctima...

Un fragmento:

-"Todo empezó el 23 de agosto de 1971. -Henrik adoptó un tono personal-. Por aquel entonces vivía aquí la señora María, la madre de Miguel. Estaba cocinando en un fogón de leña cuando descubrió una cara en el suelo. Se asustó mucho y empezó a gritar hasta que llegaron los vecinos para saber qué pasaba.

El hombre de la gorra entendía por el contexto lo que estaba contanto el sueco, ya que le interrumpió para añadir algo en español que Herink se apresuró a traducir:

-Sí, al regresar Miguel de sus labores en el campo vio también la cara que había emergido del suelo. Cuando los vecinos se hubieron largado, los dos se pusieron a fregar con fuerza aquella mancha horrible para borrarla, pero cuanto más frotaban más clara era la imagen.

El dueño de la vivienda intervino de nuevo para apuntar algo que de todos modos el sueco iba a explicar.

-Miguel fue entonces a por sus herramientas y picó todo el suelo hasta eliminar el rostro. Luego cubrió el firma con cemento nuevo.

-Y aquí terminó aquel fenómeno, supongo -comentó Alice.

-Al contrario, aquí es donde empezó. Aquella misma noche, la señora María y Miguel se habían reunido con unos vecinos para celebrar que todo había terminado. Al mirar el suelo de la cocina se quedaron de piedra... La imagen de la cara había vuelto a aparecer."

El autor:

Jonas Winter es el seudónimo de un periodista norteamericano que lleva más de quince años dedicado al estudio de expedientes X. Después de analizar miles de fenómenos en el continente americano, se ha trasladado al sur de Europa atraído por casos que no tienen explicación racional. El misterio de las caras de Bélmez ha inspirado el primer thriller de una serie apasionante. Jonas Winter inicia con esta trepidante historia, llena de revelaciones y giros, una nueva serie protagonizada por la periodista Alice Blaak, con un expediente X y un caso policial en cada novela. 

FRASES

LAS SEIS CARAS DEL MIEDO,      de JONAS WINTER

Ella había puesto un críptico:  "Busco a alguien como yo, aunque no sé quién soy."

"Me comprometo a no comprometerme."

El estado hipnótico de quien espera hace que, una vez localizado por el extraño, ya no pueda huir. Ha sido visto y reconocido por el que viene a su encuentro. En cambio, quien llega tarde

caza al primer vistazo a su víctima y, en caso de no interesarle puede desaparecer antes de ser detectado.

(...) -No nos queda mucho tiempo entonces.        

-Depende de para qué.-susurró él.- Si ha de pasar algo entre nosotros, lo mejor será que empecemos cuanto antes.

La claridad efímera del sol penetró en la habitación a media mañana. Tras unas pocas horas en lo alto, volvería a ceder su puesto a la oscuridad que amortajaba la ciudad.

Los espíritus bondadosos son siempre corruptos e imperfectos. Aspiran a un ideal pero por el camino cometen toda clase de excesos. Así, no es raro encontrar al santurrón adicto a las casas de putas,

al moralista alcohólico y al promotor de obras de caridad que mete la mano en el dinero de los pobres. Como dice el proverbio, el infierno está lleno de buenas intenciones. Por eso los verdaderos

diablos ya no están ahí.  Así como el bien nos llega siempre mezclado con la corrupción, el mal es puro. No necesita aditivos porque se sustenta en sus propios fines. Al demonio se le distingue

únicamente por la perfección de su disfraz. 

No lo encontrarás en una trifulca callejera, porque no dice una palabra más alta que la otra. De hecho, el crimes es amigo del silencio. Tampoco lo verás dándose un atracón de comida ni bajo los efectos de otra drogra que no sea su mal. Esa es una lección que debe aprender cuanto antes un cazador de demonios como yo: el mal se oculta bajo las formas más bellas e impredicibles. La delicada dama que recoge flores por el campo está tramando el suplicio de su madre o la muerte de un hombre que la rechazó. 

El modélico padre de familia prepara, mientras finge dormir ante el televisor, la ruina de una legión de enemigos que no se esperan el golpe.

Es necesario talar estos árboles venenosos antes de que den sus frutos. Hay que hacerlo sin contemplaciones, porque el diablo nunca te da una segunda oportunidad. Me encomiendo a las almas de 

piedra que supieron cumplir su cometido para que no me tiemble la mano cuando llegue el momento.

(...) -Muchas cosas no tienen sentido hasta que no encuentras si agenda oculta.

Y atardeció y amaneció en el día sexto. Una vez concluidos los cielos y la tierra, los hombres se extendieron como una plaga que asoló animales, peces y plantas. No contentos con llevar su destrucción

sobre el resto de las obras de Dios, empezaron a combatir entre su propia especie hasta convertir el paraíso en un infierno. Al mismo tiempo, fornicaban y se multiplicaban como parásitos para

llevar el mal a los cuatro puntos cardinales. Dios maldijo entonces su obra y la condenó. Desde entonces cada ser humano vaga entre islas de dolor a su propio albedrío, hasta que una mano compasiva

le arrebata el aliento y puede al fin descansar en brazos de la nada. Nadie muestra una compasión más grande que el asesino. Solo quien mata, salva el dolor. Pues, como dijo Samuel 

Beckett: "no hay pecado mayor que haber nacido." Al morir volvemos a la nada. Una nada que representa a la perfección el Señor que ya no vela por nosotros. Es inútil rezar, pues ya no hay

nadie para escuchar nuestras plegarias. Dios se ha ido.

En medio de aquel paisaje árdido y rural había una sola casa, separada un centenar de metros de la civilización. Alice supo que el pastor se hallaba allí.

Bajo la luz cegadora de la mañana, pensó que hasta la fecha su presencia en el mundo solo había causado problemas. No tenía paciencia para estudiar ni para trabajar, pero tampoco se le daba bien entenderse con la gente. Demasiadas veces hacía daño sin darse cuenta, porque lo cierto era que actuaba sin pensar en lo que hacía.